La ciudad que no para, una ciudad cosmopolita donde todos estamos a la búsqueda de algo.Con este punto de partida, el espectáculo busca una metáfora de nuestras existencias y de nuestras emociones, en una atmósfera onírica donde elementos del cotidiano ganan una dimensión lírica, cargada de simbología.Luchamos contra nuestras debilidades, intentamos encontrar nuestras capacidades, aprender con nuestros límites. Conocer y reconocer nuestras barreras y superarlas.Cada uno de los bailarines recrea con su trabajo personal y visceral paisajes interiores, buscando el poético
y el onírico.