“Y nos subimos a la pared de pie. Ese muro en el que no habíamos sido capaces durante 28 años, ni siquiera de levantar la vista para entender lo que había más allá́: y ya no parecía tan alto, en la cima de su límite éramos más altos nosotros, y por fin podíamos volver a ver el horizonte”. (Murgia M., (2019), Noi siamo tempesta. Storie senza eroe che hanno cambiato il mondo, Salani Editore).
La separación de los pueblos, la distancia de nuestras gentes, el sentimiento de cierre e individualismo frente al de la libertad: características de la historia del mundo que se combinan con las de la sociedad que empuja al aislamiento y al cuidado de la individualidad perjudicando el bien común.
Dos jóvenes obligados a vivir parte de sus vidas y de sus relaciones separados por un muro hecho de mentiras, estereotipos, culpas, exclusión social y etiquetas, cuentan su historia en escena a través de textos y lenguaje físico.
Con sus cuerpos y sus voces, narran esta metáfora de los grandes muros y fronteras físicas presentes en el planeta y que durante siglos se han erigido para separar, para ocultar horizontes, para crear fronteras cada vez más hondas y profundas, para marcar confines y tapar una visión amplia y luminosa que el compartir y el contacto con el otro son capaces de ofrecernos. Donde el otro engloba una infinidad de posibilidades de encuentro. También se subraya la importancia de actuar juntos, con un objetivo común de unión y acercamiento, el descubrimiento de una luz que se puede expandir solo después de haber derrumbado lo que la estaba ofuscando.
“Destruimos lo que había destruido nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros sueños, nuestros amores y nuestra libertad”. (Op. cit.)